miércoles, 3 de octubre de 2018

MOCHILAS


En la vida y conforme te haces mayor vas aceptando el hecho de que los amigos son tesoros valiosos por escasos. No paro de oír a muchos de mis cercanos la cantidad de amigos que tienen en redes sociales y como que siendo yo tan social no tenga tantos como ellos.
La verdad es que soy persona de dar la mano y charlar, necesito la presencia física como obligatoria para poder relacionarme, ver caras y expresiones, oír voces y tonos, sentir el aire exhalado tras las palabras y sobre todo acariciar el calor o la frialdad de las miradas.
Son las relaciones físicas y cercanas el verdadero combate donde se miden las verdades y las mentiras de ahí que tanta gente las rehúya.
Juntando y disfrutando de todo eso es como realmente puedo encontrarme a gusto o a disgusto con el resto de la humanidad.
En lo exigente de mis relaciones humanas reside la base en la que se sustentan mis opiniones y mis decisiones y por esa misma exigencia sé quién es esa persona a la que puedo llamar amigo.
Personas a las que quieres y respetas, por quienes eres capaz de hacer lo imposible o al menos plantearte hacerlo. Se convierten en parte de ti enriqueciéndote con sus aprecios o regaños, con su omnipresencia y disposición.
Pero como todo ying tiene su yang también resulta que  mis exigencias a la hora de tener a alguien como amigo es virtud pero pecado a la vez, mis amigos tienen sus amigos.
Se podría pensar que esos amigos al ser afines a los míos lógicamente serán tan parecidos que deberían ser los míos también pero, no tiene porque ser así, esos otros no han pasado por mis “filtros” sino por los de mis cercanos y eso no conlleva que sean los mismos.
Es a esos extras a quienes yo llamo mochilas.
Me he dado cuenta que la misma pasión que siento por mis amigos es indiferencia hacia esas mochilas. He notado que su presencia o ausencia me es indiferente, no me afecta ni disgusta, el hecho de no haberlos elegido yo pesa demasiado a la hora de meterlos en mi saca de amistades.
Es por todo eso que de  un tiempo a esta parte vengo pensando en como puede ser que me pueda apasionar tanto mi amiguismo e importarme tan poco el de mis amigos. Se que es algo maniqueo y siempre vendrá quien me diga que hay que abrirse a los demás y ser menos exigente pero, si quiero seguir teniendo claro lo valioso que es  una amistad, debo asimilar que esta es tan escasa en número que hay que cuidarla como única e irrecuperable si se pierde, lo demás son mochilas o amigos virtuales y eso, para el que lo quiera pero yo y por experiencia, me quedo con mis manías.