viernes, 8 de noviembre de 2013

MIS MATEMÁTICAS



Nunca he sido ni ducho ni aficionado a los números, ya sean naturales, enteros, racionales, reales o complejos, más que nada porque, son tan definitorios en sus nombres adjetivados como exactos en su significado y significante, no dejan nada a la subjetividad.
Quizás por ese “no aprecio” a los números, es por lo que, nunca los he utilizado para nada en concreto en mi vida “letreada”.
No me gustan las restas ni las divisiones por lo de “sustrayentes”. No me puede gustar, como persona de familia, gregaria y enemigo de las soledades voluntarias, algo que en lugar de llenar, vacía. La división que rompe, aleja y separa lo que debe estar pegado, unido y junto. No quiero que un decimal, un tanto por ciento o un máximo común divisor dinamite en porciones mis sentimientos, mis esperanzas, mis ilusiones y sueños.
Si de algo tuviera que ser  adicto en lo matemático seria a la  adición. Solo la suma y la multiplicación consiguen a veces que me reconcilie con lo “exacto”. Creo por encima de las cosas que hasta la suma de errores da un resultado correcto si se une al total de las vivencias.
No quiero vivir la división de mi corazón obligada por la mala gestión de unas cuentas pendientes con mal resultado, cuando los números de esa cuenta lejos de ser naturales, enteros, racionales y reales, eligen ser irracionales y complejos.