Parece ser o al menos a mi me da la impresión de que
evolutivamente el hombre va hacia atrás, es decir regresa a su estado marino
sin pasar por el arbóreo a una velocidad que da pasmo.
Me explico, bien sabido es, aunque estudios recientes
parecen rebatirlo, que la memoria de los peces es tan efímera que en plan
coloquial solemos usarla como eufemismo
para referirnos a los amiguetes desmemoriados o despistadillos, ¿aquellos a los
que le cuesta un poquito retener algo que no sea la orina?, pues a esos.
Era algo más bien cómico o de broma entre amigos, ya digo,
era, porque de un tiempo a esta parte vengo observando y no porque esté
haciendo un estudio o que sea un pejigueras que se fija en todo, que se está
convirtiendo en algo tan corriente que de corriente da miedo.
Una de las razones por la que el ser humano se diferencia y
mucho del resto de los seres vivos es por su memoria. El conocimiento y la
experiencia no es más ni es menos que la capacidad que tiene nuestro cerebro
para archivar las vivencias. Todas las conexiones neuronales se producen por la
necesidad imperiosa de subsistencia que tiene nuestra especie. El cerebro se
encarga de guardar esas conexiones en sus archivos si las considera útiles o
las desecha después de haber comprobado si son inútiles. Es ese archivo a lo
que llamamos memoria. Las millones de conexiones neuronales son las que
terminan por definirnos. Nuestro cerebro, el mas grande en cuanto a
conocimientos que no en el tamaño es una máquina que se autoengrasa a diario,
un fórmula uno de la naturaleza capaz de llevar a cabo en segundos tal cantidad
de procesos que al ordenador más potente de la actualidad le llevaría meses o
años realizar, una maravilla…o al menos así era hasta ahora.
Parte de la juventud con la que a diario realizo mis
actividades laborales, desconozco los motivos, tienden a tomarse las cosas de
forma tan liviana que les suele durar el interés lo justo para dos cafés. Todos
los días me encuentro en la oficina con personas que viven única y exclusivamente
el momento en el que están sin pensar en lo que puede ocurrir dos minutos
después.
“CONSECUENCIA” esa es
la palabra tabú o más bien innombrable pero no porque esté prohibida sino por
que ni tan siquiera la tienen registrada en su vocabulario, no han creado
ninguna de aquellas conexiones neuronales con esta palabra porque nunca han vivido un hecho que derive en una consecuencia.
Está bien vivir el presente, es cualidad de la juventud que
no debe perderse, pero una cosa es vivir EL presente y otra muy distinta vivir
EN el presente perpetuo.
El problema radica y eso es lo que mas miedo me produce, en
que las personas que no están acostumbradas a medir las consecuencias de sus
actos por que nunca lo han hecho terminan por ser personas sin empatia hacia
los demás o lo que es peor personas que ante el mas mínimo de los problemas
terminan sufriendo por estrés o depresión.
La sociedad del buenismo en la que nos hemos
convertido, la del “no pasa nada hijo”,
esta creando la paradoja de que por intentar aliviar los problemas de nuestros
jóvenes, les estamos creando el peor de todos, el de la dependencia infinita.
Sé que es muy injusto generalizar, pero también se que de la
misma forma que si no se ponen los medios para prevenir una enfermedad esta
acabara llegando, igualmente si no se ponen parches a lo que le está
ocurriendo, el cerebro humano lleva camino de terminar del tamaño de un
garbanzo y con la retentiva o memoria de un pez.
-"Se convendrá sin dificultad en que la instrucción que se da a
los jóvenes no es cosa de juego. Instruirse no es una burla, y el estudio
es siempre penoso.”
La política (Aristoteles)
La política (Aristoteles)
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