domingo, 18 de mayo de 2014

LA MEMORIA DE LOS PECES



Parece ser o al menos a mi me da la impresión de que evolutivamente el hombre va hacia atrás, es decir regresa a su estado marino sin pasar por el arbóreo a una velocidad que da pasmo.

Me explico, bien sabido es, aunque estudios recientes parecen rebatirlo, que la memoria de los peces es tan efímera que en plan coloquial  solemos usarla como eufemismo para referirnos a los amiguetes desmemoriados o despistadillos, ¿aquellos a los que le cuesta un poquito retener algo que no sea la orina?, pues a esos.

Era algo más bien cómico o de broma entre amigos, ya digo, era, porque de un tiempo a esta parte vengo observando y no porque esté haciendo un estudio o que sea un pejigueras que se fija en todo, que se está convirtiendo en algo tan corriente que de corriente da miedo.

Una de las razones por la que el ser humano se diferencia y mucho del resto de los seres vivos es por su memoria. El conocimiento y la experiencia no es más ni es menos que la capacidad que tiene nuestro cerebro para archivar las vivencias. Todas las conexiones neuronales se producen por la necesidad imperiosa de subsistencia que tiene nuestra especie. El cerebro se encarga de guardar esas conexiones en sus archivos si las considera útiles o las desecha después de haber comprobado si son inútiles. Es ese archivo a lo que llamamos memoria. Las millones de conexiones neuronales son las que terminan por definirnos. Nuestro cerebro, el mas grande en cuanto a conocimientos que no en el tamaño es una máquina que se autoengrasa a diario, un fórmula uno de la naturaleza capaz de llevar a cabo en segundos tal cantidad de procesos que al ordenador más potente de la actualidad le llevaría meses o años realizar, una maravilla…o al menos así era hasta ahora.

Parte de la juventud con la que a diario realizo mis actividades laborales, desconozco los motivos, tienden a tomarse las cosas de forma tan liviana que les suele durar el interés lo justo para dos cafés. Todos los días me encuentro en la oficina con personas que viven única y exclusivamente el momento en el que están sin pensar en lo que puede ocurrir dos minutos después.

 “CONSECUENCIA” esa es la palabra tabú o más bien innombrable pero no porque esté prohibida sino por que ni tan siquiera la tienen registrada en su vocabulario, no han creado ninguna de aquellas conexiones neuronales con esta palabra porque nunca han  vivido un hecho que  derive en una consecuencia.

Está bien vivir el presente, es cualidad de la juventud que no debe perderse, pero una cosa es vivir EL presente y otra muy distinta vivir EN el presente perpetuo.

El problema radica y eso es lo que mas miedo me produce, en que las personas que no están acostumbradas a medir las consecuencias de sus actos por que nunca lo han hecho terminan por ser personas sin empatia hacia los demás o lo que es peor personas que ante el mas mínimo de los problemas terminan sufriendo por estrés o depresión.

La sociedad del buenismo en la que nos hemos convertido,  la del “no pasa nada hijo”, esta creando la paradoja de que por intentar aliviar los problemas de nuestros jóvenes, les estamos creando el peor de todos, el de la dependencia infinita.



Sé que es muy injusto generalizar, pero también se que de la misma forma que si no se ponen los medios para prevenir una enfermedad esta acabara llegando, igualmente si no se ponen parches a lo que le está ocurriendo, el cerebro humano lleva camino de terminar del tamaño de un garbanzo y con la retentiva o memoria de un pez. 



-"Se convendrá sin dificultad en que la instrucción que se da a los jóvenes no es cosa de juego. Instruirse no es una burla, y el estudio es siempre penoso.”
                                               La política (Aristoteles)


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