viernes, 28 de junio de 2013

VOLTOR EL SOLITARIO (3)



10 abril
2010
escrito por Luque 



Mientras Mijail, cansado y hambriento, sin darse apenas cuenta había llegado a la cima de un monte donde desde las alturas una sombra llevaba tiempo observándole.
Un frío extraño recorrió su espalda y sintió el instinto de agacharse, un frío de guadaña recorrió la longitud de su lomo acompañado de un dolor agudo.
No tenia ni idea de lo que pasaba, él, el que todo lo sabia, se encontraba por primera vez en una situación incomprensible para su conocimiento.
Al pasar un rato y haciendo acopio de valor se atrevió, no sin miedo, a sacar la cabeza de su emplumado pecho y hacer el titánico esfuerzo de mirar a su alrededor, no vio nada, pero sentía que el ser o cosa que le había inflingido aquel dolor seguía allí.
Miró y miro pero al no ver nada se atrevió, acobardado, a incorporarse. Justo cuando se levantaba volvió a sentir como lo que él creyó cuchillos, atravesaban su cuerpo.
Se elevaba en el aire, creía volar, sus plumas se teñían de un raro color rojo ocre, Mijail notaba entre convulsiones que sus fuerzas le abandonaban. Sentía un cansancio raro, una sensación extraña ante la que nunca se había encontrado, se desvaneció.
Había pasado un par de horas cuando Mijail despertó. Para él, aún débil, todo había sido debido al cansancio y al hambre, cuando al intentar incorporarse se dio cuenta de que se encontraba en una especie de nido en el saliente de una montaña. Una sensación de horror le estremeció. Sabía que aquello no era bueno.
Mientras intentaba sobreponerse a su miedo, tranquilizarse y buscar la forma de salir de aquella situación, de repente sus ojos quedaron petrificados ante la oscura e inmensa figura que se acercaba por los aires hacía él.
La figura se posó en el nido y pudo ver que se trataba de un águila, su instinto le hizo comprender que esos serían sus últimos instantes de vida.
“No me comas”, Gritó al águila.
El águila se quedó mirándole y le dijo:”y porque no debería hacerlo, estoy hambriento, llevo días sin comer, ¿sabes lo que cuesta en este páramo encontrar algo que llevar al estómago?.
Mijail al ver que el águila le contestaba, pensó que podría convencerle con su astucia para salvarse.
- “Amiga águila”, le dijo, “Sabes, creo por tu forma de hablar y por tu porte, que no eres merecedor de conformarte con una comida tan escuálida como una oca como yo, tú mereces un manjar acorde a tu grandeza, una comida digna del rey que eres”.
El águila escucho sus palabras y le preguntó a la oca:” ¿y si no eres digno de ser mi comida, porque he de creer que serías capaz de darme esos manjares que dices merezco?
-“Porque sé donde encontrar tantos que tu nido sería una mesa pequeña para tanto alimento”.
-“¿A que te refieres?, preguntó el águila.
-“A los animales del bosque”, contesto Mijail, “hay tantos y tan confiados que sería fácil para un cazador como tú cazarlos con mi ayuda”.
-“¿y como los harías salir del bosque?”
-“con mi inteligencia, ya te he dicho que son tan confiados que cualquiera podría engañarlos”-contestó Mijail.
El águila se quedó mirándole y le dijo a la oca:”Veo que has estado en el bosque, y veo que conoces lo confiado de sus animales, pero también sé que son confiados por la seguridad que les da el vivir en ese bosque, sus árboles no me permiten volar entre sus ramas, no puedo ver a mis presas, paso dias y dias sobrevolando sus lindes en la confianza de que alguno de sus habitantes se despiste y se aleje de él, y hoy he tenido esa suerte al encontrarte a ti así que, ¿porqué he de confiar en tu astucia?”.
-“Bueno al menos “, dijo Mijail mirando al águila,” he conseguido que me escuches y retrasar mi muerte”.
-“En eso tienes razón, has conseguido que te escuche y hasta retrasar tu muerte, como bien dices, pero no evitarla, no puedo creer que sea inteligente un ser que cuando se encuentra en peligro se limita a esconder la cabeza en su plumaje”.
-“Además mire a mi alrededor antes de levantarme, no lo olvides amiga águila”.
-“Sí”-contestó la rapaz “a tu alrededor, en todas direcciones, salvo en una”.
-“¿En cual?”-interrumpió Mijail.
Y mientras hundía su pico en el cuerpo de la oca el águila le contestó “HACIA ARRIBA”.

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