martes, 2 de julio de 2013

CUIUSVIS HOMINIS EST ERRARE, NULLIUS NISI INSIPIENTIS IN ERRORE PERSEVERARE*



5 diciembre
2011
escrito por Luque 

De todos es conocido que lo grande de errar es aprender, bueno de todos tal vez no.
 A pesar de repetirse hasta la extenuación a través de la historia de la humanidad esa máxima gracias a la cual ésta ha evolucionado, parece ser que aún quedan personas a las que el único adjetivo que los califica es el de tozudo por no usar  otro más contundente acabado en ón (aguda y con tilde) y comenzado en cabez-.
Tengo un amigo, llamémosle Roma,  a quien el ímpetu no le deja ver más allá de sus narices. Al principio lo achaqué a su juventud, ya se sabe, si querías que aprendiese algo no te quedaba más remedio que comprender que el ansia  y anhelo propio de su mocedad era el muro que con paciencia y comprensión debía derribar.
El muchacho es un poco rudo en cuanto a las relaciones personales, tiene mucha voluntad pero no acaba de asimilar mis sugerencias, por más que le digo que a los compañeros hay que tratarlos con temple, siempre cae en las provocaciones. Piensa que la mejor forma de tratar con ellos es embistiéndoles, da por hecho que son unos ignorantes a los que hay que alfabetizar por las malas o por las malas porque según sus palabras textuales  “son más burros que un arao” y ellos que saben de su poca flema pues eso, a provocarle.

Año 218 A.c. Aníbal atraviesa los Alpes, Roma enfurecida envía a su encuentro a Plubio Cornelio Escipión con una fuerza que se mostraría posteriormente insuficiente, la vehemencia de Roma y el convencimiento de su superioridad militar y táctica frente a los cartaginenses hizo que este encuentro en el río Tesino acabase como el primero de varios fracasos.
La Republica envío posteriormente a la busca de Aníbal  al Cónsul Sempronio Longo que volvió a fracasar en Trebia. Más tarde el púnico destrozo en el Lago Trasimeno a Cayo Flaminio. Aníbal tenía la costumbre de procurar conocer a sus adversarios con anterioridad a sus encuentros y sabía que la provocación a sus egos sería suficiente para llevarlos a  la batalla.
El senado desesperado nombró por seis meses como dictador a Quinto Fabio Máximo, este, llamado Cunctator (el que retrasa), cambio de estrategia y en vez de seguirle el Juego a Aníbal y enfrentarse a él opto por acosarle sin presentarle batalla lo que desmoralizó tanto al cartaginés como a su tropa.
Al pasar los seis meses Fabio devolvió el poder al Senado romano, quien en vez de continuar con su estrategia Fabiana que tan buen resultado comenzaba a dar, decidió dar lo que creyó seria el golpe definitivo a Aníbal, nombro a dos nuevos cónsules (Cayo Terencio Varron y Lucio Emilio Paulo) quienes le hostigaron hasta  presentarle batalla frontal en Cannas.
Cannas fue el peor desastre que Roma hubiese vivido nunca, a los miles de soldados muertos había que añadir el golpe anímico que le supuso. Fue tan grande la derrota que decidió volver a la estrategia y no volver a enfrentarse a Aníbal.
La Republica que desde la llegada del púnico a su territorio lo había tratado como a un bárbaro sin más, no tuvo mas remedio que cambiar su vehemencia por modestia y admitir que con semejante provocador no le quedaba más que evitar el enfrentamiento, asumir  sus errores  y aprender de ellos.

Creo que con  tiempo y ganas mi compañero acabará entendiendo  que siempre conseguirá más y con más facilidad de los demás  si al igual que Roma  conoce y reconoce las virtudes de los demás y admite alguna que otra vez sus errores.
Como veis, nada que ver.

*En castellano: Cualquiera puede errar, pero sólo el necio persevera en su falta.

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