20 junio
2012
escrito por Luque
Desde la lejanía en la que te vi por primera vez, me pareciste lo más hermoso que cualquier hombre hubiese visto nunca ni hubiese creído que existiese.
La redondez de tus curvas, tobogán por donde se deslizaba la humedad de tu cuerpo en gotas de rocío, desafiaban la gravedad de este mundo en imposibles parábolas imaginadas por fibonacci en noches de calor húmedo y pegajoso.
Tu pálida piel, ajustada como corsé sujetador de carnes prietas, contenedoras de las semillas de tu fruto y por donde paseo mis dedos calientes en busca de grietas húmedas por los que introducirlos y hacerte contorsionar sumisa, se me presenta como frontera asequible a la voluntad de cualquiera.
Solo pienso en el momento en el que te me abres y mi boca se llena de ti, en el que tu cuerpo hecho liquido, se desliza por mi lengua convulsionándola en espasmos eléctricos de placer.
La dulzura de tus fluidos regeneradores se vierte en mis adentros fundiéndonos en necesarios el uno para el otro.
No seria capaz de entender la vida sin ti, sin tu presencia, sin tu dulzor, sin tu entrega desinteresada. Para mi, tu existencia necesitada y necesaria se me hace primordial desde el dia en que llegaste a casa envuelta en el misterio de una caja.
Gracias a ti, NARANJA, gracias por tu zumo y gracias al mercadona por mantenerlo puro al cien por cien.
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