lunes, 8 de julio de 2013

¿OTRO VERANO MÁS?



24 agosto
2012
escrito por Luque 

Bueno, otro verano más,… ¿otro verano más?…, quizás no haya sido tan solo un verano y tal vez no haya sido ni mucho menos uno más.
Como todos los años, me disponía, a principios de la canícula estival y como casi todo vecino de este país a preparar mis vacaciones veraniegas. Creía, tal vez más por lo monótono de las preparaciones y por lo repetido de este acto anual que este seria otro de esos periodos de asueto en el que disfrutaría de largos periodos de rascados ovales y frotados en el sofá  de mi suegra hasta que este se adaptase a mi cuerpo como el asiento de un formula uno.
La idea de comerme un casi lascivo helado de vainilla y chocolate en casa TONY, un buen desayuno en el CURA, un tranquilo paseo matinal con acariciado diario de un muy cuqui buldog francés que nos saluda cada dia a nuestro paso por su casa en dirección a la playa. Esos y solo esos eran mis planes.
Pero este año no estaba la “cosa” para ferias.
Cuando digo “la cosa”, me refiero a la forma en que los andaluces llamamos a los avatares de la  vida en general…ejemplo…, si un andaluz quiere saber como te va la vida, te preguntará:
-“… ¿quillo, que?, ¿Cómo va la cosa?”, a lo que su interlocutor contestará casi indefectiblemente con una frase solo comprensible a los oídos de otro andaluz “…-Pos, ya véh, azí.azí.”, esto, si la cosa va bien, porque si va mal te dirán seguramente algo como esto: “fatá”.
Parece ser, y esto pude comprobarlo personalmente, que tan fatal está la cosa este año que incluso he llegado a oír que cierto hostelero andaluz ha colocado en su local uno de esos azulejos con mensaje tan típicos de las tabernas de mi tierra, donde dice textualmente. “PROHIBIDO HABLAR DE LA COSA”.
Para el andaluz, los avatares de la vida son solo circunstancias modificadoras de  la acción vital, ni la crea, ni la destruye, solo la complementa.
Con mucha pena he tenido que ver como en mi pueblo la cola de personas que cada dia se dirigían al comedor de caritas o a los bancos de alimentos de la cruz roja se hacia más y más larga.
He visto a señoras acercarse a mi y entre susurros avergonzados pedirme un euro para la comida de los suyos.
Con la misma pena he tenido que ver como en ese mismo pueblo, entre tambores, pitos y manzanilla, otros, los de siempre, se dirigían al Rocío a declarar su devoción  en forma de fiesta,  sin reparos ni en dinero ni en las necesidades de sus paisanos, y con gritos al viento demostrar su devoción  a una madre de dios a la que seguramente le importe más  “sus hermanos” que  todos ellos.
He visto en mi pueblo a una juventud  hastiada, cansada de promesas que no se cumplen, harta de preguntarse ¿y ahora, que?, intentando alzar su voz por encima de colores, consignas y sindicatos que les apalean por pensar por si mismos, por salirse de la norma establecida, por plantear nuevas ideas y escenarios.
He visto una juventud unida en la confianza y el saber que el futuro es de ellos y que su revolución llegará y será más fuerte, porque sus ideas son limpias y justas.
He visto adolescentes en las playas  insultar al resto paseando en motos acuáticas compradas con el dinero de lo que han sacado trabajando en un negocio al que ellos llaman “buscarse la vida”.
También he visto a otros enterrarse en fango marismeño buscando los frutos de un mar esquilmado con los que poder sacar su casa adelante.
He visto fiestas donde en las barbacoas nocturnas a la orilla del mar  las gentes convertían  mi playa en un estercolero de basura, debido, quizás, a la tranquilidad que da vivir en un pueblo donde una tubería de mierdas residuales puede convivir durante meses frente a negocios de comida sin que ni el ayuntamiento ni los comerciantes hagan lo mas mínimo por arreglarla.
He visto niños recoger basuras de mi playa acompañados por sus padres.
He visto la tristeza en los ojos maduros de la abuela y he visto la felicidad en los ojos inocentes del nieto.
He visto la esencia de mi pueblo gaditano, el ying y el yang, la gente grande y la que no lo és, su doble sentido, el mirar adelante aunque el suelo sea de arenas movedizas, el saber que en el fondo siempre es lo mismo y que por muy mal que vaya la “cosa” siempre puede empeorar o mejorar dependiendo de cómo te levantes, porque como decimos siempre:” como no te lo hagas tú, va vení rita la cantaora a hacértelo”.

 P.D.:He decir que también me lo he pasado que te cagas haciendo el tonto con mis hijas y si no, como muestra un botón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario