lunes, 8 de julio de 2013

MOTES



13 febrero
2013
escrito por Luque 

Motes de familia que se han usado de siempre para reconocer a las familias en los pueblos,
Es curioso que cuando se investiga un poco estos motes lo primero que llama la atención es que son idénticos, en los orígenes, a los apellidos.
De la misma forma que los apellidos surgieron para distinguir a unos de otros en cuanto a reconocer su procedencia ya fuese usando el nombre del padre con la terminación –ez en castellano (Pérez o hijo de Pero, González o hijo  de Gonzalo, etc.,) o ya fuese por el oficio del que lo profesaba (herrero, zapatero, sastre, etc.) o por su localidad de procedencia (Madrid, Lorca, Luque, etc.), de la misma forma  surgieron los motes.
Dependiendo de la localidad, los motes, si bien siguen basándose casi en los mismos términos que los apellidos, se enriquecen y aumentan con las costumbres, usos y habla de esos sitios.
Si la localidad es costera usará más los términos pesqueros y de la mar, por ejemplo, que si esta se encuentra en el interior, de la misma forma que la que está en el interior suele usar más los términos del campo. Son motes de costa por nombrar alguno “el gamba”,  “la sapo”, “el trinquete”.
También se utilizan los basados en el trabajo, “el molinero”, “el segador”, “la lavandera”.
También se suele utilizar algún hecho diferenciador ya sea un defecto físico o algo peculiar ocurrido en la familia, “el cojo”, “el mellao”, “el requeté”.
Lo verdaderamente bello de estos motes es que suelen ser hereditarios hasta el punto que en algunas localidades se conocen más a las familias por los motes que por los apellidos con los que fueron bautizados.
En algunas ocasiones el mote familiar se aleja tanto en el tiempo que ni tan siquiera la familia que lo usa conoce su verdadero origen lo que da lugar en ocasiones a su repulsa. Hay familias que no quieren ser conocidos por motes malsonantes a veces y en el que no se reconocen, sin embargo, hay otras que conscientes del significado de ellos, no solo no reniegan sino que los lleva a gala al lado de sus apellidos canónicos.
Es mi pueblo de los dados a esta costumbre de usar motes para reconocerse y en el que hay quien los usa y hay quien no. Rara es la familia que no tenga uno e incluso dos.
Tal es la importancia, desde mi punto de vista, por lo de costumbrismo, lo de los motes, que, teniendo la misma función que los apellidos, es decir reconocerse, deberían los motes familiares estar colocados al mismo nivel que estos.
Los romanos de los que provienen gran parte de nuestra cultura ya los usaban con orgullo y casi más que sus nombres “caligula”, “cesar”,… para ellos la importancia del Gen o familia era primordial, tanto, que Julio Cesar dio lugar  a que a su descendencia  fuese llamada tanto “Julia” como “Cesar”, llegando a ser más importante el mote que el nombre hasta el punto de llamarse Cesar al titulo de emperador de Roma, no siendo este más que el mote por el que llamaban sus amigos al emperador en su juventud y que no significa mas que “de cabello largo y abundante” o lo que es lo mismo “melenudo”.

Mi abuelo materno era Manolo “el fatiga” y mi abuela Carmen “la piruja”, me siento orgulloso de ser fatiga y pirujo de la misma forma que me lo siento de ser González y Luque porque tanto los motes como los apellidos definen quien soy y de quien provengo, mi familia, mi pasado, mi presente y mi futuro.

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