18 octubre
2011
escrito por Luque
“Andy se arrastró hacia la libertad a través de quinientas yardas de residuos mal olientes que no puedo imaginar. O quizás no quiera imaginarlo. Quinientas yardas. Es la longitud de cinco campos de fútbol, casi media milla.
Andy Dufresne se arrastró por un río de mierda y salió limpio al otro lado…”
Bueno quizás parezca que como acabo de terminar las vacaciones y he vuelto al trabajo hace ya un mes, pues seguramente este padeciendo lo que los que saben de estas cosas llaman depresión post vacacional, pues … seguramente.
Al igual que Tim Robbins me siento condenado por un delito que no he cometido, el delito de ser un humano con necesidades, comida, libros, playesteichons, etc., artículos de primera necesidad que tienen el inconveniente de no ser gratis por lo que tengo que cumplir la condena…, la condena del trabajo (por cierto curioso nombre, no?, según parece viene de un instrumento de tortura de la edad media), en fin a lo que iba, necesidades igual a condena.
La pequeña celda-oficina donde con paciencia llevo el día a día, es el patio de mi cárcel, donde me relaciono con los demás. Reconozco que si bien después de tantos años he conocido y conozco a muchos de los demás condenados, creo que con el tiempo y quizás por pereza senil, haya ido reduciendo la cantidad a cambio de la “calidad”.
Me he buscado a modo de martillo de gemas la amistad de algún preso con experiencia que me “consiguiese” cosas y me ayudase a cumplir esta condena, un “monte blanco”, “franco”, alto y fuerte desde el que poder ver si no el horizonte al menos intuirlo.
Sé que se acabará, se que recorreré mis 500 yardas de residuos malolientes y conseguiré salir limpio de todo esto, lo sé y también se que llegare al ZIHUATANEJO de mi jubilación sin ninguna mierda que limpiarme o al menos eso espero.
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